domingo, 16 de octubre de 2016

Con la comida sí se juega, Sandra Mangas


Cuando me planteé escribir esta entrada, que llevaba en barbecho en la bandeja de borradores desde hacía unos meses, pensé en hacer un recopilatorio de libros de cocina para niños que me habían gustado, que aún conservo de cuando era pequeña o que he comprado para cocinar con M., pero creo que al final dedicaré una sola entrada a libros de cocina, tanto para adultos como para niños, que han estado presentes en mi vida a lo largo de los años y que creo que está bien dar a conocer, porque cocinar y comer bien es algo básico... y puede ser divertido
El libro incluye un glosario de términos de cocina que es posible que los niños no conozcan.
Lo primero que me gustaría recalcar es que pienso que debemos dejar a los niños/as ayudarnos en la cocina desde lo antes posible. Es una maravillosa actividad de vida cotidiana (siguiendo los principios de educación Montessori) en la que juegan, aprenden y nos ayudan, todo al mismo tiempo, y que es estupenda para practicar la motricidad fina. 

Pero lo más importante es que encontrar actividades cotidianas que poder compartir con nuestros hijos hace que la convivencia con ellos sea más fácil y placentera para todos. Porque nosotros vamos a tener que cocinar, limpiar la casa y hacer muchas otras tareas cuando estamos con ellos, y así se sentirán incluidos en esas actividades y los adultos no nos agobiaremos tanto por sus demandas y por "tener que quitárnoslos de encima" para poder llegar a todo lo que tenemos que hacer.

Otra ventaja de que los niños ayuden a preparar su propia comida es que puede ser un aliciente para que prueben alimentos nuevos, que estén más abiertos a diferentes tipos de sabores, texturas y preparaciones y que coman un poco más variado (aunque casi todos sabemos que esto no es muy fácil, que lleva mucho tiempo y que hay que tener paciencia y no caer en chantajes con la comida, lo cual es totalmente contraproducente). 

Mi experiencia con M. es que, desde muy pequeña, le ha encantado ser mi "pinche" en la cocina porque sentía que era útil (lo cual es verdad) y además que contaba con mi permiso para manipular "cosas de mayores". 
Creo que, en general, se ha tenido mucho miedo de dejar a los niños manejar cuchillos y otras herramientas de cocina por considerarlas peligrosas para ellos. Pero (otra vez desde mi experiencia) escogiendo bien qué cuchillos les prestamos (no le vas a dar el más afilado y gigante que tengas) y acordando unas reglas básicas de seguridad: cómo sentarse, estar atento a lo que se está cortando, cómo colocar la mano y los alimentos... es una experiencia muy gratificante y divertida para adultos y niños, y una excusa estupenda para hacer cosas juntos.




Con tres años M. empezó a cortar judías verdes, lechuga y tomates, y ahora incluso se anima a veces con las zanahorias. También pela huevos, hace galletas y bizcochos, y ahora va a un curso de cocina en el colegio. 
Con mi madre también ha pasado muchos ratos en la cocina, y juntas han hecho polos, magdalenas, queso y otras cosas. Y las dos se han reído un montón y han disfrutado juntas de esta actividad de abuela-nieta sin tener que estar yo por ahí danzando.

Pero, bueno, centrándome en el libro del que quiero hablaros hoy. Con la comida sí se juega es un libro de cocina para niños, muy visual y atrayente en un primer vistazo, pero la verdad es que cuando me puse a mirarlo más detenidamente me pareció que las recetas estaban más pensadas para los padres o para lucir en fiestas infantiles y otros eventos que para que los niños se metieran en la cocina y se mancharan las manos.

Pero estaba equivocada. Este libro es de E., una amiga que tiene una hija de la misma edad que la mía, y ella me ha contado que a su hija le encantan las recetas que aparecen en él, y que ya ha puesto en práctica varias de ellas.
El libro está escrito en un tono desenfadado y está dirigido a los niños sin resultar impostado. Yo no he hecho ninguna de sus recetas, pero de lo que sí estoy segura es de que no quedarán tan bonitas como en las fotos de estudio que tanto atraen del libro. 

Me han hecho mucha gracia las galletas de queso en forma de dinosaurio. Lo que me recuerda que para poner en práctica varias de ellas hacen falta moldes especiales de siliconacon formas de animales.

* (Si te ha gustado este libro, y no lo encuentras en tu librería de barrio o en la biblioteca, puedes comprarlo a través de este enlace y ayudarme a mantener el blog. Muchísimas gracias.) 

domingo, 9 de octubre de 2016

Sommerstück, Christa Wolf

Esta entrada no es una reseña  al uso; en ese sentido se parece a esta otra que escribí sobre Rayuela. No esperéis en ella  muchos datos biográficos de Christa Wolf, escritora de la RDA que hace unos años recibió el Premio Nóbel de literatura, ni sobre la significación y alcance de esta novela. Aquí solo habrá pinceladas de una opinión, lo que sentí mientras la leía y aquello que me evoca.


Este libro fue una de las primeras novelas que pude leer íntegramente en alemán. Una novela difícil para iniciarse, llena de símbolos y de palabras suaves a la vez que profundas, en las que una siente volar y escaparse las segundas lecturas.

Lo leí en 2014, cuando me preparaba el examen C2 de alemán ya que era el libro obligatorio para la parte escrita del mismo. Si no hubiera sido por eso, creo que nunca me habría acercado a él (qué mala es la pereza). He de reconocer que me costó avanzar; Christa Wolf tiene una escritura densa, plagada de matices y dobles sentidos, pero también muy evocadora, y según avanzaba en la lectura, a ratos, empecé a sentir el olor del aire de Brademburgo en el verano más caluroso que se recordaba en la zona, y el ambiente inmovilizado y lleno de premoniciones de los últimos años de un régimen a punto de implosionar.

La escritora fue miembro activo del partido comunista y ocupó en él puestos de poder, pero también fue una persona crítica que supo ver las contradicciones internas y las injusticias de un régimen autoritario anquilosado en una férrea dictadura vertical de partido. Esta obra, junto con la novela En ningún lugar, en parte alguna, la alejaron totalmente de la cúpula del partido. 

A los personajes de Sommerstuck ("pieza de verano", en su traducción al español), intelectuales y con inquietudes vitales, les falta el aire en la ciudad, se sienten atrapados y atados a una existencia programática que no les deja respirar, por eso deciden intentar una vida en el campo, pero allí se llevarán con ellos sus zozobras y pasados, como una mochila.

La narradora relata los hechos bajo la perspectiva de un yo profundamente subjetivo. Las sensaciones y los eventos están narrados a través del filtro de la conciencia, de su volátil memoria, y es muy patente la tensión entre ruptura con un orden de cosas, el declive de una época y la ansiedad por un futuro incierto.

Es una novela alegórica que deja entrever un desencanto creciente con el sistema político de la RDA, cuya disolución anticipa mediante el uso de símbolos. El milagro (la utopía del socialismo) era transitorio, se desvanece la sensación de pertenencia a algo más grande que uno mismo. Sommerstück fue escrita entre 1982 y 1983, pero se publicó en 1989, año de la caída del muro de Berlín.

El libro ha sido definido por algunos críticos como "un relato pausado y melancólico". Es una novela sobre el recuerdo, el recuerdo de un largo verano. El fin de una utopía (la huida al campo) y la poética de la cotidianeidad.



*(Si te interesa este libro y no lo encuentras en tu librería de barrio o en la biblioteca puedes comprarlo a través de este enlace y ayudarme a mantener el blog. Muchas gracias).










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